Los ojos son unos órganos muy sensibles que tienen la función de trasladar información del exterior del cuerpo humano al cerebro para que éste la interprete y así podamos ver. Al situarse en una zona externa, no se encuentran protegidos, tal y como lo están otros órganos. La protección con la que cuentan está formada por las cejas y las pestañas, que tratan de evitar que entren cuerpos extraños al ojo, y por la forma de los huesos de la cara, que los mantiene ligeramente hundidos con respecto a la frente y la nariz.

Además, la superficie del ojo cuenta con una sustancia que mantiene el globo ocular húmedo, lubricado y limpio. Esta sustancia se llama lágrima y se produce en las glándulas lagrimales que se encuentran en la parte superior de cada globo ocular. Las glándulas lagrimales suministran lágrimas de manera continua al ojo y son los párpados los que, al cerrarse, las distribuyen de manera uniforme.

Las lágrimas protegen la superficie ocular, especialmente la córnea que es la parte del ojo que actúa como escudo protector del mismo protegiéndolo de la entrada de polvo, gérmenes y otros factores de riesgo.

Exceso de lágrimas

Las lágrimas cuentan con un drenaje o zona de salida que se encuentra en el ángulo interno del ojo. El exceso de lágrima es expulsado por el llamado conducto lagrimal que conecta con la nariz. Si este se bloquea, las lágrimas se desbordan y salen hacia el exterior del ojo.

Esta es una de las causas por la que los ojos lloran. Pero hay otras causas que provocan el lagrimeo de los ojos. Una de las más comunes es la conjuntivitis. Se trata de la inflamación de la membrana conjuntiva que recubre el globo ocular. En este caso, además del lagrimeo, se produce un enrojecimiento del ojo.

Un problema de visión mal corregido (miopía, hipermetropía, astigmatismo) también puede provocar lagrimeo en los ojos debido al esfuerzo que realizan los mismos para poder ver con claridad.

Y, aunque parezca contradictorio, el llamado síndrome del ojo seco puede provocar un exceso de lágrimas, especialmente cuando los ojos se exponen al frío o al viento, al calor seco o al humo.

Al ser diversas las causas que pueden provocar el lagrimeo, también son distintos los remedios para atajarlo. La mejor manera de solucionar el lagrimeo constante es acudir al especialista para que sea éste el que determine el origen del exceso de lágrimas y proponga la solución adecuada.