Conforme vamos cumpliendo años, el cristalino, cuya función principal es la de enfocar los objetos situados a distintas distancias, va perdiendo elasticidad. Esta pérdida de acomodación provoca que el ojo no sea capaz de enfocar correctamente los objetos próximos al ojo. Es lo que conocemos como presbicia o vista cansada.

A partir de los 40 años las personas comienzan a desarrollar presbicia, pasando a ser présbitas prácticamente el 100% de los mayores de 65 años. No en vano, la palabra presbicia, que procede del griego, significa “ojo viejo”.

La pérdida de flexibilidad del cristalino es progresiva y no se puede prevenir. Por eso, es recomendable revisar la vista de manera periódica para ir corrigiendo la visión en función de las necesidades que se vayan desarrollando.

Fatiga Visual versus Vista Cansada

Aunque son conceptos que se suelen confundir, no es lo mismo tener presbicia, o vista cansada, que fatiga visual. La primera, como hemos visto, responde únicamente al paso del tiempo. La fatiga visual, por otro lado, es un conjunto de síntomas tales como enrojecimiento o dolor de ojos, sequedad y picor ocular que pueden aparecer acompañados por dolores de cabeza.

La fatiga visual responde a un sobreesfuerzo realizado por los ojos después de permanecer durante horas centrando la vista en objetos que se encuentran situados muy cerca. Hoy, es habitual que el trabajo frente a una pantalla de ordenador sea el desencadenante de la fatiga visual. De hecho, se conoce como síndrome visual informático.

Las personas que se concentran en las pantallas reducen el parpadeo que se realiza en condiciones normales. Por este motivo, los ojos dejan de lubricarse correctamente y se resecan provocando la sensación de arenilla dentro de los mismos. Frotar los ojos, que suele ser una reacción habitual, sólo contribuye a empeorar el estado de los ojos. Lo mejor, en estos casos es dejar descansar la vista y utilizar lágrimas artificiales para hidratar los ojos.

¿Y el Confinamiento cómo influye?

El músculo ciliar es el encargado de modificar la forma del cristalino para conseguir una correcta acomodación y enfoque de la visión desde todas las distancias (cercana, lejana e intermedia). Aunque hemos dicho que la presbicia es un proceso gradual que precisa de años para su completo desarrollo, si los músculos no se ejercitan, pierden antes su elasticidad.

Durante el confinamiento, al estar obligados a permanecer dentro de casa, la visión se restringe a un espacio cerrado y los ojos deben acostumbrarse a trabajar en distancias medias o cortas. Si, además, pasamos horas delante de las pantallas, al músculo ciliar, al cristalino y al ojo, en definitiva, les costará enfocar a lo lejos cuando tengan que hacerlo

Para evitarlo, es imprescindible asomarse a la ventana o al balcón y mirar hacia lo lejos varias veces al día. Salir a pasear también es positivo para la vista.

Además, recuerda que es importante revisar la vista cada cierto tiempo para que el profesional de la visión, el óptico-optometrista, compruebe el estado de tu salud visual.