Los sistemas de calefacción tienen la función de generar calor para lograr un confort térmico en el interior de viviendas, oficinas, transportes…pero la calefacción puede afectar a los ojos.

Y es que, lo que a priori es algo agradable y positivo, especialmente en los días fríos del invierno, puede provocar un problema para la salud visual.

Aire Seco y Salud Visual

Los sistemas de calefacción, especialmente los que expulsan aire caliente, resecan el aire. Los ambientes secos provocan que las lágrimas se evaporen con mayor facilidad. Sin las lágrimas, la superficie del ojo pierde la película protectora, encargada de hidratar y nutrir el ojo.

Los ambientes secos suelen provocar en los ojos una sensación de picazón o ardor que, después de un tiempo, genera cansancio ocular y puede afectar a la visión.

Afortunadamente el ojo suele recuperar la hidratación habitual forzando el parpadeo y abandonando los ambientes secos.

Sin embargo, algunas personas tienen que convivir de manera constante con ese problema de sequedad ocular. Hablamos de personas que sufren el llamado ojo seco.

El Ojo Seco

El ojo seco es una enfermedad oftalmológica causada por una mala lubricación de la superficie del ojo. Si el ojo no fabrica la cantidad suficiente de lágrimas o estas no son de suficiente calidad, la hidratación se resiente afectando a la lubricación ocular.

Se calcula que más de la mitad de la población mayor de 45 años sufre este trastorno que afecta más a las mujeres que a los hombres, especialmente a partir de la menopausia.

Son muchas las causas que pueden provocar o empeorar el ojo seco. Algunas de ellas son los trastornos alérgicos, la contaminación ambiental, el tabaco, el abuso de lentes de contacto o un uso excesivo de los dispositivos electrónicos. En los últimos tiempos, debido a la pandemia de COVID, se ha visto que el uso de mascarillas puede favorecer también la sequedad ocular.

El aire caliente generado por los sistemas de calefacción también puede empeorar el problema del ojo seco.

Tratamiento del Ojo Seco

El ojo seco es una enfermedad crónica que, hoy por hoy, no tiene cura. Sin embargo, sí se pueden seguir una serie de pautas para mejorar la cantidad y calidad de las lágrimas. En este sentido, es importante mantener una dieta equilibrada en la que no falten los ácidos grasos omega 3. El atún, el salmón o las nueces contienen Omega 3 que actúan como una defensa contra el ojo seco.

También es aconsejable evitar el tabaco ya que, las personas fumadoras tienen más riesgo de desarrollar esta enfermedad. Además, el uso de lágrimas artificiales es un buen aliado para mantener los ojos lubricados.

Por último, y para no tener que renunciar a la calefacción, podemos utilizar humidificadores, unos aparatos que generan vapor de agua para que los ambientes no se resequen. Así, podremos mantener los ojos hidratados sin tener que pasar frío.